Pensándolo bién

Periodismo honesto sí; objetivo, no

Periodismo honesto sí; objetivo, no
Periodismo honesto sí; objetivo, no

Escribo este artículo desde el Festival Gabriel García Márquez de Periodismo que se desarrolla en Medellín y al que tuve el honor de asistir como tallerista. En resumidas cuentas vine a aprender, a actualizarme sobre nuevas estrategias y nuevos retos, a encontrarme con tantos colegas que en toda Iberoamérica se desviven por contar historias y no sólo historias, las mejores historias.

Uno de los temas que ocupa parte importante de este encuentro es el desafío que representan para los periodistas los nuevos tiempos, las nuevas audiencias y los nuevos mecanismos de distribución de contenidos a los que debemos no sólo adaptarnos sino abrazarlos, especializarnos en ellos. Pero, y este es uno de los puntos que me ha llevado a la reflexión es cómo hay un consenso gremial que consiste en que «la objetividad no existe» y que, en esencia, a lo que debemos apegarnos es a la honestidad.

Tener un punto de vista no es un delito. Todos lo tenemos y es por eso que decidimos emprender este oficio. El periodista tiene el interés siempre de mostrar una perspectiva. No importa si está de acuerdo o no. Pero es la perspectiva de un sujeto, no de un objeto.

Ser un periodista honesto te hace incómodo y qué maravilla que sea así. Las nuevas audiencias, esos jóvenes que hoy demandan información concisa, bien contada, útil y con trascendencia, nos piden que en el mundo digital y también en los medios tradicionales llenos de emulación, de copia burda, seamos al menos diferentes y sobre todo «honestos». En los medios de comunicación hay demasiados contenidos y «personalidades» que son lo que llamamos comúnmente «un refrito», es eso lo que no podemos permitirnos ser jamás.

Es por ello que, parte de la idea de venir a Colombia esta semana es fortalecer la idea de que podemos y es obligatorio contar historias honestas, reales y que inspiren.

En República Dominicana he escuchado la frase «no veo televisión local» sobre todo en sectores de clase alta- pero hay una que es aún más dura «no veo televisión» y nos la dicen jóvenes con sus celulares inteligentes en mano. En esas tres y cuatro palabras hay varios conceptos que podríamos hablar en otro artículo pero que hoy, quiero abordarlas como un mea culpa.

Tenemos como periodistas el reto urgente de hacer que nuestras historias muestren por supuesto la verdad, pero también que nos permitan mostrar lo que somos y que recordemos, como dijo en el discurso de apertura del Festival, Martín Baron, que si perdemos en el ejercicio de esta profesión maravillosa nuestra identidad, nuestra esencia, nos perdemos.

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