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Hombre perdió 40 kilos en un año para poder donar un riñón a su mujer

PJ Spraggins, un músico residente en Birmingham (Alabama, Estados Unidos, personifica la gran verdad de aquella frase del poeta romano Virgilio: “El amor todo lo vence”. Vence incluso a los kilos más resistentes. Y los derrota a la velocidad de las flechas de Cupido.

Su mujer, Tracy, estaba enferma de lupus desde los 6 años. A algunas personas con esta afección se les inflaman los riñones hasta tal punto que comienzan a fallar. Fue el caso que le tocó a la señora Spraggins antes de cumplir los 40 años. Los médicos decidieron que había que trasplantarle uno. No había vuelta atrás. O cambiaban el riñón o moría.

¿Resistiría su cuerpo los siete largos años que le anunciaron a finales de 2013 cuando la colocaron en lista de espera?

Tracy tenía muchos motivos para estar preocupada. Meses después de que le indicaran la tardía fecha de operación, su hermana pequeña y también enferma de lupus, moría en mitad de un transplante de riñón.

Demasiado gordo

PJ no podía soportar la idea de ver a su mujer esperar tanto tiempo con el miedo en el cuerpo. Cuando conoció el diagnóstico, se ofreció como donante. Le hicieron las primeras pruebas y le consideraron apto. Se alegró muchísimo. Tracy estaba salvada, pensó.

Pero en 24 horas su gozo se ahogaba en un pozo: la presión de PJ, estaba demasiado alta para soportar una operación de ese tipo. “Fue como recibir una patada en el estómago”, sintió el hombre en aquel momento.

PJ padecía una enfermedad común en los EEUU: obesidad. Pesaba 265 libras, unos 120 kilos. Los cirujanos no podían acometer una operación de tanto riesgo en semejantes condiciones. Le recomendaron que intentase perder al menos 30 libras (13,6 kilos) para volver a someterse a una evaluación.

Él trabaja tocando la batería. Su actividad cotidiana le obliga a permanecer sentado, aunque hiciera mucho ejercicio con los brazos. Parecía imposible que pudiera perder tantísimo peso, pero él estaba totalmente persuadido. La vida de su mujer estaba en juego y no iba a perder al amor de su vida por unos kilos de más. Tenía que quitarse grasa de encima, en grandes cantidades, y cuanto antes mejor.

Querer es poder

Inmediatamente comenzó un programa de ejercicios exigente y constante. Su metabolismo consiguió cambiar y la grasa acumulada comenzó a reducirse. Perdió los más de 13 kilos que le exigían los médicos y se presentó de nuevo a la prueba.

No fue suficiente. Sí, había seguido estrictamente las órdenes de los especialistas, pero no fue suficiente.

PJ se presentó en un hospital de Atlanta, Georgia, para plantear su caso. Los médicos que le trataron le plantearon un triple salto mortal: perder 60 libras más, unos 27 kilos.

Finalmente se presentó en el un hospital de Nashville (Tennessee). Apenas habían pasado doce meses desde que se enfundó el chándal para hacer la guerra a su cuerpo, cuando se sometió a nuevos análisis médicos con un esperanzado nudo en la garganta. Pero tenía claro que había hecho todo lo humanamente posible para perder peso.

Y la luz verde se encendió.

Hizo todo lo que pudo

El 24 de febrero de 2015, Traicy y PJ acudieron al hospital con una sonrisa de oreja a oreja. En los instantes previos a la operación, captaron esta imagen sonrientes. El destino también les sonrió cuatro horas después. La operación fue un éxito.

Hombre dona riñón a esposa

“Ha sido increíble, Tracy está segura de que se va a recuperar, pero ha sido increíble. La mejor sensación es saber que hice todo los posible para darle a mi esposa una mejor calidad de vida”, declaró a los medios de comunicación que se interesaron por su caso.

El de PJ no fue el único ejemplo de generosidad que se movió alrededor de esta historia. Conocidos los elevados costes médicos para este tipo de operaciones en el sistema sanitario de EEUU, los amigos de la pareja crearon un fondo para ayudarles en sus gastos durante el tiempo en que ambos no podían trabajar.

Fuente: lainformacion.com

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