Un trabajo periodístico publicado en The New York Times Magazine, titulado “En Exilio”, denuncia que “deportaciones y violencia han conducido a decenas de miles de personas de ascendencia haitiana fuera de sus hogares en República Dominicana-mientras el mundo permanece silente”.
El extenso reportaje firmado por Jonathan M. Katz, fechado de este 13 de enero, relata cómo en la línea fronteriza del poblado haitiano de Anse-à-Pitres (el cual limita con Pedernales, provincia en el lado dominicano) se formó un asentamiento de personas que pueden hablar creole pero con acento dominicano que llegaron a ese lado de la isla porque el gobierno tenía la intención de expulsar “a cualquiera de ascendencia haitiana, por la fuerza si era necesario”.
“Contaron historias de vigilantes que llevan machetes y hachas. Las amenazas les recordaban historias de 1937 de sus abuelos, cuando los soldados dominicanos masacraron a quienes vivían a lo largo de la frontera que pensaban que parecían o sonaban como un haitiano”. Asimismo detalla que un refugiado afirmó que “cada vez que hay una deportación, hay una masacre”.
También describe cómo “decenas de miles de personas” fueron desplazadas hacia el interior de Haití y tuvieron que establecerse en tiendas improvisadas con todo tipo de materiales endebles.
Agrega que “como las minorías étnicas en el mundo, los haitianos son frecuentemente blanco de discriminación. Pero lo que había sido una tensión latente se desbordó en un pánico en junio pasado, cuando, después de haber despojado temporalmente un estimado de por lo menos 200,000 dominicanos de ascendencia haitiana de su derecho a la ciudadanía, los funcionarios amenazaron con expulsar a miles de haitianos en la frontera que divide la isla La Hispaniola antes de que terminara el mes”.
También cita el controvertido caso de Juliana Deguis Pierre, “una dominicana de ascendencia haitiana, cuyo Registro Civil local en la provincia dominicana de Monte Plata se negó a expedirle su tarjeta nacional de identidad (cédula)”.
